Comarca: La Mancha
Distancia a Cuenca capital: 109 Kms
Población: 7100 habitantes
Superficie: 224.7 Km2
Altitud: 704 mts
Las Pedroñeras es una villa de la corona de Castilla con más de quinientos años de historia, que tiene una riqueza medioambiental, histórica y patrimonial de un enorme valor.
Tierra de paso y tierra de nadie durante mucho tiempo, Las Pedroñeras debe su nombre a su fundación sobre piedra, asentada en un montículo pedregoso que sirvió para su cimentación y donde se construyeron las primigenias casas y la antiquísima Iglesia de Santa María, hoy desaparecida.
Historia
Las Pedroñeras, una villa de la Corona de Castilla con más de quinientos años de historia, tiene una riqueza medioambiental, histórica y patrimonial de un enorme valor. Tierra de paso y tierra de nadie durante mucho tiempo, Las Pedroñeras debe su nombre a su fundación sobre piedra, asentada en un montículo pedregoso que sirvió para su cimentación y donde se construyeron las primigenias casas y la riquísima Iglesia de Santa María, hoy desaparecida. Los primero testimonios documentales de la villa los encontramos en 1445. Juan Pacheco, segundo Marqués de Villena, recibe estas tierras como recompensa a la colaboración prestada al rey Juan II y a su hijo, el príncipe Enrique, futuro Enrique IV, durante la Batalla de Olmedo (1445), en su lucha contra la nobleza disidente y los Infantes de Aragón. Las Pedroñeras pasó a formar parte del inmenso Marquesado de Villena, un enorme señorío que abarcaba un territorio de 25.000 kilómetros cuadrados, 150.000 vasallos y rentas estipuladas en más de 100.000 ducados. Por entonces, este pueblo era una pequeña aldea formada por unas pocas casas de adobe y unas 150 personas. Durante el siglo XV se va a producir un proceso de éxodo migratorio realizado por varios caseríos y aldeas cercanas en busca de agua, abandonando poco a poco otros términos como Záncara de los Moros, El Robledillo, Martín Ovieco y Santiago de la Torre o Santiaguillo, quedando éstos despoblados y experimentando Pedroñeras un notable crecimiento demográfico. El 28 de enero de 1470 se va a producir el acontecimiento más importante de su historia. En este día, Las Pedroñeras son nombradas Villa de Realengo por orden del Capitán de la Santa Hermandad, Jorge Manrique, en pago a la colaboración valiente y decidida de los pedroñeros a favor de la causa de los Reyes Católicos en su lucha contra el tercer Marqués de Villena, Diego López Pacheco, partidario de Juana “La Beltraneja”. El 20 de diciembre de 1479, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón lo confirmarán definitivamente, concediéndole a la villa jurisdicción real, derechos sobre los despoblados de Martín Ovieco y el Robledillo del Záncara, así como el derecho de elección de cargos y control económico del concejo. Estos privilegios serían ratificados por los monarcas Felipe II, el 14 de julio de 1573, Felipe III en 1617 y por Felipe IV en 1629.
Durante el Reinado de los Austrias, la aldea pasó a superar los mil habitantes. No dejaba de ser un minúsculo punto de dentro del fabuloso Imperio Español que abarcaba lugares en cuatro continentes y donde nunca se ponía el sol. Fueron estos siglos importantes para el desarrollo del patrimonio artístico de Las Pedroñeras con la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (1547), comenzada por el afamado arquitecto conquense Juan Flórez y finalizada por su propio hijo. Otros edificios de interés en esta época son la Portada de la Ermita del Santo Sepulcro, de influencia mudéjar plateresca, la Residencia de los Jesuitas y la Casa Consistorial. Además, entre 1590-1595 el gran artista Dominicos Theotocopulos, más conocido como “El Greco”, pinta una de las obras maestras de la pintura conquense de finales del siglo XVI, “La Oración del Huerto”, por encargo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. El óleo sobre lienzo representa la escena de la oración en el huerto de los olivos y la aparición del Ángel de Dios que anuncia el sacrificio que va a realizar Jesucristo para salvar a los hombres. Actualmente se expone en el Museo Diocesano de Cuenca y es la mayor joya del patrimonio cultural de Las Pedroñeras. La llegada en el año 1700 de una nueva dinastía al trono de España, los Borbones, trajo consigo la introducción de reformas que pronto se van a hacer visibles en Las Pedroñeras. La población creció hasta llegar en el año 1797 a los 2658 habitantes. El crecimiento del casco urbano fue espectacular con más de 580 habitantes, con dos casas consistoriales, un pósito real, carnicería, cárcel pública, escuela para niños con dos maestros, dos posadas para el hospedaje y un hospital que posteriormente desaparecería. Incluso se construyó un batán en la orilla del río Záncara, por un privilegio concedido por el propio rey Carlos III y que acompañaba a los molinos de agua y viento ya existentes en la localidad. La economía se diversificó. Aparte de la tradicional agricultura de secano, la explotación de huertas y la ganadería, se introdujo con fuerza el sector industrial con trece fábricas de aguardiente, fábricas de lanas y sobre todo la fábrica de ligas que ocupaba a casi todas las mujeres de la villa mediante empleos directos e indirectos. Estos productos de enorme trascendencia se exportaban a la Corte y a otros lugares de bienestar económico e internacional. Fruto de este bienestar económico, la arquitectura civil tuvo en este siglo una gran expansión con brillantes ejemplos de enorme calidad artística como la Casa-Palacio de los Molina. La villa se pobló de casas solariegas de los siglos XVII, XVIII y XIX, como la Casa de la Condesa, la Casa Bosch, la Casa Zapata o la Casa de los Ortega. Durante el siglo XIX se producen los primeros pasos para la modernización. Las Pedroñeras alcanza los 3.288 habitantes a finales del siglo. En el año 1849 se documenta por primera vez el cultivo del ajo en la villa, con una gran intensidad. Se instalan personajes de gran raigambre como Rafael Mendizábal, hijo único del gran desamortizador Juan Álvarez Mendizábal, casado en Pedroñeras con la hija de Rafael Montejano, Salomé Cañabate Peña. De esta unión nació José María Mendizábal, que luego sería Diputado y Director general de Agricultura durante la II República (1931-1936). De esta familia se conserva su casa-palacio, una de las joyas de la arquitectura solariega en Castilla-La Mancha. Otro ilustre personaje vinculado con Las Pedroñeras es el Conde Colombí, José Gutiérrez Ballester, político y embajador de Fernando VII, casado con otra pedroñera, Esperanza Contreras y con otro ilustre hijo, José María Gutiérrez y Contreras Ballester y Cea Bermudez. Lo mismo ocurre con otros apellidos ilustres de la villa como Bosch, Baillo, Fernández de Córdoba, Montejano, Portillo, Iniesta, Zapata, González de Diego, Madrazo, Marcos, Pelayo, Oria y Ruíz Zorrilla. Visitaron con frecuencia la villa Romero Robledo, Venancio González, Natalio Rivas, Sagasti y Arturo Soria. Incluso la propia reina Isabel II pernoctó alguna vez durante sus continuos desplazamientos entre Madrid y Murcia, en la casa-palacio que tenía en Las Pedroñeras Alberto Bosch, alcalde de Madrid durante algún tiempo. Es el siglo de los grandes apellidos, de los enormes patrimonios, de las élites y del caciquismo. Pero también de la desaparición del sector industrial en la villa y de la consolidación de un modelo agrícola. El síntoma más claro de este proceso es la completa desaparición de la fabricación de ligas en el año 1894. El siglo XX se constituyó como el de la verdadera transformación y modernización de la localidad. La villa, que contaba a principios de la mencionada centuria con 3483 habitantes, ha pasado a tener unos 7.000 en el año 2003. Los comienzos del pasado siglo fueron titubeantes, con momentos difíciles como la Guerra Civil (1936-1939) o la Posguerra, periodos de penurias económicas, escasez, hambre y muerte. Cabe destacar algunos impulsos culturales en la primera parte del siglo como los de Adolfo Martínez Chicano y su interés por el desarrollo de la educación y las aportaciones literarias de Juliana Izquierdo, autora pionera de “Cofradías de Las Pedroñeras”, publicado en 1946. Los años 1950-60 fueron décadas de fuerte desarrollismo y expansión gracias a la generalización definitiva del cultivo del ajo. En 1964 la localidad alcanza su techo poblacional superando los 7.000 habitantes. A partir de esas fechas se va a producir un descenso de población apreciable, especialmente hasta la década de los ochenta, motivado por los procesos migratorios que emprendieron algunos pedroñeros con destinos como Madrid, Barcelona, Alicante, Valencia y Palma de Mallorca, e incluso llegando a superar las fronteras nacionales y estableciéndose en Francia, Alemania y Suiza. Hechos importantes en este periodo serán la constitución legal de la Cooperativa “San Isidro Labrador” en 1946 y su puesta en marcha con la elección de la primera Junta Directiva en 1958, que serían claves para el comienzo del “boom” del producto estrella del municipio, el ajo, a partir de 1960. En 1989 la sección de ajos de “San Isidro Labrador” se segrega, convirtiéndose en cooperativa de primer grado y pasándose a denominar “San Isidro el Santo”, para comercializar ajos en el mercado interior y exportar al resto de países de la Unión Europea, Brasil y Magreb, entre otros destinos. Esta cooperativa, junto a otras de localidades de la comarca, creó Coopaman, que se constituye en el año 1986 con el objetivo de la unificación de la oferta en el sector cooperativo y la consolidación del “Ajo Morado de Las Pedroñeras” como sello de calidad. Para potenciar aún más la difusión de este producto se crea la Feria Internacional del Ajo. Durante estos años de democracia, y gracias al esfuerzo colectivo de todos, Las Pedroñeras ha experimentado un importante desarrollo y bienestar, en el plano económico, administrativo, cultura y deportivo. El espaldarazo definitivo y el reconocimiento a este auge lo dio la Corona Real, y muy en concreto, el Príncipe de Asturias, D. Felipe de Borbón, que con su recorrido por Castilla-La Mancha durante 1999 tuvo la gentileza de visitar la localidad y recibir su máxima distinción “El Ajo de Plata”. Las Pedroñeras se ha convertido en un municipio de primer orden en el ámbito provincial y regional que afronta con nuevos retos este siglo XXI.